Ahí estabas,
devorándote ese muslo
esos tejidos claros y oscuros
esos labios sin piel, sin sentido.
Ahí estabas,
como un cadaver
de cuevas escondidas en el vientre
y tallas molidas en las uñas
enrroscándote como un tornillo abandonado.
Ahí estabas,
nadando en el olor a pesadumbre
en el olor a olvido, en el olor sin aroma,
sin nariz que recuerde oler.
Ahí estabas,
escurridizo como una culebra,
respirando en varios oídos a la vez.
Ser sin cuerpo,
que vive de otros
alimentándose de sus dudas
de sus dulces y amargas dudas.
Raquel Abend
Intenso como siempre Raquel. Me encanta el último fragmento. Ahí realmente se enlaza lo que vienes hilando desde el principio. Las últimas frases están geniales
ResponderEliminarComo siempre y como todo lo que escribes: Excelente
ResponderEliminarNiña, pero tu de quién reencarnaste
...y solo tiene 20
Muy bueno. Después de aquel yunque, siempre es una agradable sorpresa disfrutar de tus creaciones.
ResponderEliminarLe daría a Alfonso Cuarón este poema para que lo dirigiera: es absolutamente cinematográfico, de la familia de imágenes como las de El Señor de Los Anillos y lo creepy de Harry Potter!
ResponderEliminarMe dejas muda de admiración.
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