sábado, 30 de mayo de 2009

Celos Mortales


El pintor, lleno de ardor y desprecio, pensaba en el final. Volcaba toda su pasión sobre el lienzo. Entre tanto, la tarde trazaba su luz sobre la palidez de la piel, haciéndola etérea en su belleza. 

La humillación, insondable, le retorcía las entrañas. Hizo una pausa. Inconforme, arregló un mechón caído sobre el rostro. Con su mano rozó aquellos labios. Fue inevitable.  La fragancia, perturbadora, le recordó la traición. 

—¿Cuando comenzaría?— se preguntó.
— Ya no importa.—se respondió de inmediato. 

Dio la última pincelada. Un rictus dibujó su satisfacción. Había plasmado la muerte en toda su hermosura.
Luis Bonilla

2 comentarios:

  1. Increíble. Es maravilloso el poder de cada palabra de este cuento.

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  2. Celos... trémulos celos, lúgubres, sórdidos, crueles y a la vez creadores de tanta belleza escrita.

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