jueves, 6 de agosto de 2009

Los Zapatos de al Lado



Cuántas veces hemos pensado en cómo seremos mañana, en cómo será cuando lleguemos al punto que nos trazamos como meta y digamos con un suspiro de por medio ¡Llegué! Nunca, y por Dios que no sea así.

Al leer las revistas del momento, cuántos se han imaginado caminando por la Gran Manzana cargados de bolsas, vistiendo como la estrella del momento, sin que nada sea una preocupación. Quién no ha deseado en muchas oportunidades poder obtener lo anhelado, luego de haberse esforzado lo suficiente como para que el éxito no sea muy tardío.

El tiempo es realmente perfecto. Honestamente el éxito, la meta, el fin, ese punto o como lo quieran llamar, llega cuando tiene que llegar y no sólo cuando queremos. Claro está, que debemos hacer lo posible para disfrutarlo antes de que el vestidito de la revista nos luzca ridículo en el cuerpo o en los años.

Hace mucho tiempo atrás trabajaba en una empresa en que, como la mayoría de las empresas, el baño era compartido en varios cubículos. Cada uno de los paneles que formaban los cubículos llegaban hasta un poco antes del piso, por lo que le podías ver los zapatos a quien tenías al lado.

En una oportunidad yo vestía unos zapatos súper estrafalarios, eran unas botas gigantes pero realmente bellas o al menos eso pensaba en ese entonces. En fin, estaba en ese baño con mis botas puestas, bajé la mirada y me fijé en los zapatos de quien tenía al lado. Se trataba, supongo, de una señora que había llegado a donde muchos deseamos. Sus zapatos, no solo eran hermosos, sino que era evidente que nunca habían pisado nada que los ensuciara y no por nuevos, sino por el camino que habían recorrido.

Me cuestioné: ¿Será que debemos ensuciarnos primero lo suficiente para llegar a nuestro destino? Aún no lo sé, solo sé que lo estoy transitando. Algunas veces con el barro en el cuello, pero caminado con la firmeza que me dan mis botas.

Siempre creí que a mis 30 tendría la vida más encaminada, para no decir resuelta, ahora pienso y doy gracias a Dios de que no es así, de otra manera todo sería realmente aburrido. Sin ningún propósito por el cual levantarme en la mañana, sin ganas de dar gracias cada día porque estoy viva.

No niego que en mis momentos de agotamiento desearía ser como Paris Hilton, pero definitivamente no me gustaría tener todo por nada, el sabor no es el mismo. Debemos seguir adelante cuidando cada cosa con la que nos comprometemos, guardándonos la fidelidad que nos merecemos, el respeto que nos prometimos y las ganas con las que comenzamos. No decaigamos en el intento y cuando fallemos sacudámonos el polvo y sigamos adelante... Qué más nos queda, sino vivir el ahora y sólo el ahora. Total, no sabemos qué pasará tan siquiera en el próximo minuto, no lo controlamos.

Vivamos y quedémonos sin aliento por cansancio, por esfuerzo y no por aburrimiento.

Ojalá en ese transitar nos consigamos con mucha gente divina que nos enseñe, pero también con muchos que no lo sean, para así distinguir al primer grupo inclusive a distancia. Que sean estos, los menos agradables, los que nos ensucian de barro, quienes nos den la fortaleza y hagan cuestionarnos si realmente deseamos eso por lo que tanto luchamos, porque son ellos quienes nos impulsarán, quienes nos retarán, no quienes nos limpiaran el camino de maleza.

Son estos, quienes nos harán conseguir la firmeza y el balance necesario para poder apreciar los buenos momentos, los buenos amigos, el esfuerzo hecho y la meta conseguida.

Por lo pronto, me doy cuenta que por mucho dinero que invierta en mis zapatos sigo con las botas bien puestas y muy llenas de barro y les aseguro que seguiré haciendo lo posible por ponerme ese vestidito de revista que tanto anhelo, no una sino varias veces antes de que me luzca mal.

Y sé que será así cada vez que alcance lo que me propongo: las metas cortas, las largas, las profesionales, las personales, las importantes y las banales.

No nos lo tomemos tan enserio y disfrutemos más el camino, consideremos que no es el éxito lo que nos da el sabor, sino el cómo lo conquistamos.

Nathaly Salgado

1 comentario:

  1. Natahaly, qué bueno que te subes al ascensor con un ensayo! Estaba faltando. Me gusta como manejas la idea de que en la vida el sentido y el sabor nos viene del esfuerzo, el "embarrarnos" el cansancio y no solo el llegar a las metas y al éxito. "Vivamos y quedémonos sin aliento por cansancio, por esfuerzo y no por aburrimiento".

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