Por fin le quitó la cobija desteñida que cubría la jaula de la pájara, anunciándole que ya era un nuevo día. La dueña puso cara de tonta — una de esas caras que los adultos suelen ponerles a los bebés — y empezó a hacer sonidos extraños con su boca, mientras las facciones de su rostro daban mucho que sospechar. La pájara comenzó a emitir griticos para que la sacaran, logrando que su dueña se emocionara y pegara brincos. El animal decepcionado se dedicó a golpear la puerta de su jaula con la garrita de la pata derecha bien limada, mientras le daba con el ala izquierda a una pelota de colores. La dueña no podía creer lo que veía, la atracción se había duplicado en diversión y fue corriendo hacia el teléfono.
— ¿Aló?, ¡Laura! Tienes razón, la pájara es todo un éxito. La decidí llamar Juana de Arco. A penas le quité la cobija comenzó a chillar y luego hizo la danza esa de la que me hablaste. Creo que le gusta mi apartamento. Bueno, antes de que te guindes, déjame decirte que estoy apurada, hablamos esta noche. — Al colgar el teléfono se percató de que no había llamado a Laura, sino a un número equivocado. No le importó, de igual forma la llamaría en la noche para contarle.
La mujer que recibió la llamada se dejó caer en un sillón, sintiendo que nunca iba a lograr jubilarse de la agencia. Respiró profundo, intentando verle el lado más razonable y objetivo a la situación, pero el esfuerzo fue en vano. Se tomó un negrito, para mantener la cabeza fría, logrando más bien que la garganta se le calentara, y marcó un número enseguida.
— ¿Aló?, ¡Agente Jack! Aún sigo recibiendo llamadas extrañas. No quiero sonar paranoica, pero hay una tipa que juega el papel de chulo. Me ha llamado hablando de una mujer que la apodan “pájara” y que la usan de titiritera y bailarina, ¡y en una jaula!, ¡y capaz desnuda! Yo se lo digo, agente Jack, esta sociedad está cada vez más pervertida.
La pobre detective colgó el teléfono y se dedicó a lustrar sus mocasines de cuero para no perder la calma. Una hora después se presentó su compañero en la casa con una libreta mínima y comenzó a anotar los detalles de la llamada. Seguidamente encontraron la ubicación de la chula gracias al número telefónico que quedó grabado en la máquina. Y ambos se dirigieron al apartamento, que para extrañeza de ellos, quedaba en una buena zona.
— ¡Abra la puerta! ¡Somos de la Organización de Agentes Astutos Americanos! ¡Abra la puerta o la tumbaremos! — gritó enérgicamente el agente Jack, mientras golpeaba la puerta con el puño. — ¡Sabemos todo sobre “la pájara”, así que le conviene abrirnos la puerta!
La mujer, aún embobada por su nueva mascota, se asomó por el visor de la puerta, y al ver a un hombre vestido como James Bond, acompañado por una vieja de aspecto severo, entendió lo que pasaba: le estaban mamando el gallo.
— ¡Laura! ¡Te pasaste! ¡Es el mejor regalo que me han dado en toda mi vida! ¡Primero me das a “Juana de Arco” y ahora me haces todo un show para que se la lleven! ¡Tú sí sabes gastar bromas!
Los agentes se comenzaron a desesperar y el hombre volvió a gritar.
— ¡Se lo estamos diciendo!, ¡abra la puerta y nadie saldrá herido!
— ¡No, James! ¡Nadie se llevará a la pájara!, ¡Juana de Arco se quedará conmigo hasta que muera! — respondió la señora, muy emocionada por participar en aquella broma, sintiéndose como una chica Bond.
— ¿Juana de Arco?, no me sorprende, vaya nombre para una prostituta — le dijo la vieja a su compañero.
— ¡Se lo pedimos! ¡Abra la puerta y nadie saldrá herido! — repitió el agente, montando el pie sobre la puerta, preparándose para cualquier cosa.
— ¡Esta pájara es mía! ¡Mi amiga pagó por ella y me la regaló! Además, no creo que encuentre a otra que baile así.
El par de agentes se preocuparon por la falta de cooperación por parte de la chula y decidieron tumbar la puerta. Jack apartó a la vieja de su lado, y descargando todas sus fuerzas en el pie, tumbó la puerta consiguiendo que la mujer se desmayara del susto.
— Agente Jack, primero saquemos a Juana de aquí, y luego nos encargamos de despertar a la chula.
— Miriam, esta mujer parece ser la única persona en este apartamento.
— Busquemos mejor, ella misma confesó que “la pájara” está aquí.
Después de unos minutos el agente se acercó a la vieja con la jaula en la mano.
— ¿Por cuánto tiempo te quieres jubilar?
Raquel Abend
Que bueno! Y yo que no lo había leido porque crei que era una narración histórica y no me motivaba... Me encantó y me reí mucho a pesar del cansancio.
ResponderEliminarJajajaja! El final está buenísimo!!
ResponderEliminarporque cuentan cuentos estupidos sobre Juana De Arco? ella es una gran heroina y no me gusta que se metan con ella vale? o si no van a tener problemas. usteden deciden.
ResponderEliminar