Hacía tiempo que no la visitaba. No supe cuanto la extrañaba hasta estar de vuelta. Estaba allí, tal como mi memoria había prescindido de ella. Ahora que miro con claridad sus límites y alrededores, puedo visitar con los ojos cerrados cada uno de sus rincones, escucho como la recorre el viento, como la equilibra el latido de su ritmo, percibo el olor de cada lugar, me rozan sus lisuras y asperezas, el sabor de todo lo que entra en ella.
Hace unos años que me fui. No recuerdo bien ahora, cómo ni por qué. Buscando compañía, me mudé a una ciudad ajena. Pasaba en ella todos mis días. No supe cuando ni de que manera se fueron borrando los límites y comencé a vivir en algún alrededor. Los aromas y sabores de tan picantes se volvieron sosos, siguiendo una melodía fui olvidando su ritmo; unos latidos apresurados y el desordenado viento me impedían escucharlo.
Tuve miedo de estar enloqueciendo. Había perdido la memoria, ahora ocupada por esa otra ciudad. En un intento por orientarme cerré lo ojos y noté que había olvidado como respirar. Tomé aire; quieta comencé a sentir como la brisa acariciaba cada recodo y una corriente tibia iba poblando sus largas calles circulares. Poco a poco fue regresando el sonido, el tan tan de su funcionamiento íntimo, sus olores, el dulce y amargo humedecidos de todo lo que la alimenta.
Estaba de vuelta. Podía sentir compasiva su dolor y su angustia. Podía mirar sin resistirme, los baches en sus calles aguardando a ser reparados, la soledad de sus fachadas clamando matices, la desnudez de sus jardines en víspera de primavera, esperando por mí.
Mi ciudad Cosmopolitan es también y al mismo tiempo, una vecindad habitada por muchos y variados personajes, que van dibujando paisajes en permanente remodelación. Tiene seis ciclos diarios de cuatros estaciones, cada uno de los 365 días del año y sin embargo, todo en ella me es familiar e íntimamente conocido. Mi barrio, mi calle, mi casa, mi cuarto, mi cama, mi almohada… Con un suspiro placentero me alivio y la recorro; la encuentro silenciosa y plena de movimiento. Mi ciudad es larga y llana y tiene los ojos verdes.
Nora Palacios
Esto es hermoso. Las descripciones, los detalles, en especial la última frase, porque lo explica todo.
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