Tu voz germinó en mis recuerdos
del tiempo en que fuimos fugitivos.
Evadidos del algebra y los libros
nos refugiamos en el patio de la escuela
Siempre hablabas tú.
Tu voz era un río de anécdotas perfectas.
Eras mujer, risa y palabra.
Tu mirada, quizás, buscaba los planetas.
O, simplemente, imaginabas
sutiles formas en las nubes viajeras.
Yo me quedaba en silencio.
Cada frase tuya era tan honda y risueña.
Ni siquiera quise hablar aquella tarde
cuando destrozamos una laja de piedra
y sorprendimos a una salamandra durmiendo
en el sueño anfibio de las yedras.
La distancia es más larga que tu voz.
Por eso, guardo tu sonrisa y tu acento,
embaladas en un rincón de mi equipaje
para cubrirlas del olvido y el tiempo.
Hernan Lameda
Como te dije, me encantó este poema. Es un momento muy íntimo para quién lo narra, lo que no sabemos es que tan especial fue para la otra persona, y creo que eso lo hace aún más fuerte, porque es uno de esos momentos que no todos aprecian.
ResponderEliminarEsto me gustó mucho:
"siempre hablabas tú.
Tu voz era un río de anécdotas perfectas.
Eras mujer, risa y palabra.
Tu mirada, quizás, buscaba los planetas.
O, simplemente, imaginabas
sutiles formas en las nubes viajeras.
Yo me quedaba en silencio.
Cada frase tuya era tan honda y risueña."
Me encanta este poema. Si volviera a nacer, me gustaria conocer a alguien que me recordara de esta manera sencilla, intima y cálida.
ResponderEliminar