Salvo quizás, por esa casi imperceptible gota de sangre seca, todo aparentaba estar en orden. Él había revisado cada detalle. La coartada era inexpugnable. Pero, inesperada, aparecía. La tarde la revelaba con trazos de luz.
Olvidaba al inspector. Formulaba las preguntas de rigor. Tras los anteojos era un halcón cayendo sobre su presa.
— ¿A qué hora asesinó a su esposa?— La pregunta, punzante, le estremeció.
Una perla de sudor afloró. Sus ojos, atrapados por el embrujo, resbalaron hacia la alfombra. Tras ellos, acuciosa, siguió la mirada del oficial. Una sonrisa coronó la sospecha. Afuera, azarosa, la vida continuaba.
Luis Bonilla
La imagen que dibujas en este cuento corto está espectacular. Con estas pocas líneas me resulta fácil palpar la personalidad del inspector, me parece que toda la información necesaria está ahí, al alcance de la mano.
ResponderEliminarMe encantó leerlo.
me encanat esta parte: "Una perla de sudor afloró. Sus ojos, atrapados por el embrujo, resbalaron hacia la alfombra"
ResponderEliminarLuis, de qué manera atrapa este cuento!!! Las imagenes, el modo en que nos contaste tanto en tan poco...genial!
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